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Ritual, cortometraje de Carl Zitelmann, en la red

Carolina Riveros en Ritual, de Carl Zitelman
Carolina Riveros en Ritual, de Carl Zitelman

Meses atrás conversé con Carl Zitelmann sobre su último cortometraje, Ritual. El corto había sido estrenado semanas antes y yo guardé aquella conversación para una ocasión más propicia. Una en la que nuestros lectores pudieran ver la pieza.

Resulta que la ocasión se ha presentado: Ritual ya está disponible en la red.

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K-19, The Widowmaker o la caída del Muro de Berlín vista a través de binoculares desenfocados

Este fin de semana he visto K-19, The Widowmaker, de Kathryn Bigelow, primer film de ficción producido por The National Geographic. Por alguna razón que ya no recuerdo, en su momento, consideré no verla.

Acaso por culpa de alguna mala crítica (aún le hago caso a ciertos críticos de cine, pero cada día es menos). Y ahora me arrepiento, pues me ha parecido un peliculón (también vi su última producción, The Hurt Locker, pero la dejo para un próximo post).

K-19, The Widowmaker, la historia real

La cinta cuenta la historia del K-19, primer submarino nuclear soviético armado con misiles balísticos, concebido como el arma de guerra definitiva. Pero fue construido con la mayor de las chapuzas. Tenía goteras, instrumentos que daban lecturas erróneas (cuando las daban), operadores alcohólicos y llaves que se desprendían de sus tubos.

La mitad de su tripulación no tenía la menor idea de qué hacer. Tal era la inoperancia y el desorden, que el K-19 había cobrado la vida de varios hombres antes de salir del dique seco. Y sin que su construcción hubiera terminado.

Por eso lo apodaron Hiroshima, en alusión a la mortandad causada por la bomba atómica que los aliados arrojaron sobre la ciudad japonesa. Aunque este apodo en la película fue cambiado por el de “Hacedor de Viudas” (The Widowmaker).

A pesar de todo, y como solía suceder en los países del Bloque Socialista, el K-19, The Widowmaker fue apresuradamente botado a las aguas para complacer a los burócratas militares y políticos de turno, enfrascados en una letal y absurda competencia armamentista contra los Estados Unidos.

Lo cierto es que, por las precarias condiciones en la que fue botado, era muy probable que la nave sufriera un accidente de algún tipo. Y lo sufrió. Un accidente que por algunas horas puso al mundo al borde del holocausto termonuclear. Pero del que sólo tendríamos noticias muchos años después, cuando cayó el Muro de Berlín, un día como hoy de hace 20 años.

K-19, The Widowmaker, la metáfora

Creo que el drama del K-19, The Widowmaker podría tomarse como una suerte de metáfora de lo que ocurrió con el sistema entero. Lejos de quienes piensan que se trató de un triunfo de las políticas de Ronald Reagan —conservadores y derechistas aún suelen decir que fue el hombre que ganó la Guerra Fría—, creo que las causas fueron internas.

Paralizado por la inoperancia y la chapucería de sus burócratas, la vanidad y la intransigencia de sus dirigentes políticos, y la falta de motivación de sus profesionales y del ciudadano común. El sistema se fue hipertrofiando hasta perder toda capacidad de movimiento.

Y finalmente, implosionó.

Chapucerías tras el muro

Yo trabaja entonces en un diario y desde allí todos pudimos seguir de cerca, casi que minuto a minuto, por medio de los cables que vomitaban las agencias de noticias de través de los teletipos. Poco después del derrumbe, visité Alemania y en Berlín le di unos cuantos martillazos a los restos del muro. Aún conservo algunas de sus piedras.

Ya entonces, pocos meses después, había buhoneros y mendigos de los países del Este. El capitalismo comenzaba a mostrarles esa cara, dura y feroz, que siempre ocultó la propaganda.

En ese viaje supe los primeros chistes sobre la pésima calidad de los productos que se fabricaban tras La Cortina de Hierro. Uno de los blancos preferidos de los alemanes occidentales era el automóvil Trabant, que cariñosamente apodaban Trabbi. Fabricado en la RDA, con carrocería de resina y motor de dos cilindros a dos tiempos, de él se solía decir, quizás injustamente, que su precio variaba según la cantidad de gasolina en su tanque.

Claro, esto lo decían los orgullosos habitantes de la RFA, una nación que fabricaba el Mercedez, el BMW e, incluso, el Volkswagen.

Ese mismo año viajé a Cuba para estudiar cine. Los bolos, como jocosamente le decían los cubanos a losrusos, comenzaban a abandonar el país. Y a la isla llegaban cientos de periodistas con la vana esperanza de ser testigos de una Primavera Cubana que, dos décadas después, sigue sin llegar.

En Cuba comencé a experimentar lo que acaso sentían, en mayor medida claro está y sin punto de comparación, los tripulantes del K-19. Los aparatos eléctricos que los bolos habían llevado a la isla, eran poco menos que trastos inservibles.

Inventario de la inoperancia tecnológica socialista

Las lavadoras te dejaban la ropa hecha jirones (un amigo brasileño llamaba a la suya La Krúpskaya, en honor a la esposa de Lenin). Los aparatos de aire acondicionado no enfriaban y las calefacciones no calentaban. Tampoco era mucho problema para los cubanos. Les bastaba usar el aire acondicionado en invierno y la calefacción en verano.

Los automóviles Lada rodaban unos cuantos meses antes de descomponerse quizás para siempre. El mismo amigo brasileño había bautizado Alicia Alonso al suyo, porque cada vez que pisaba el freno, el automóvil describía una serie de suaves y graciosas curvas antes de detenerse por completo, lo que a él le recordaba a la legendaria ballena cubana.

Los televisores tenían los colores cambiados. Y de no ser por Radio Reloj, los cubanos habrían llegado (más) tarde a todos lados, si se hubieran confiado a los siempre atrasados relojes moscovitas.

Tampoco enfriaban las neveras, pero se desbordaban de escarcha. Los bolos resolvían este problema, vendiendo el aparato con un ventilador adicional que el usuario debía meter, encendido, dentro del congelador, para deshielarlo.

Los cubanos, por supuesto, usaban el ventilador para refrescarse ellos. La nevera, pues, mientras más escarcha, mejor.

Peladores de papa y chatarra militar soviética en Cuba

Acerca de la mala calidad de los trastos soviéticos, los cubanos tenían un chiste sobre una competencia de máquinas para pelar papas que, lastimosamente, he olvidado. Sólo recuerdo que el pelador de papas soviético tenía un cubano dentro (dentro del pelador, no del soviético) que hacía todo el trabajo.

Y una vez, un amigo cubano, sargento de infantería, me contó cómo durante un ejercicio militar conjunto, a un general bolo casi le da un ataque al comprobar que los binoculares no hacían foco. Y que a través de los sistemas de visión nocturna de los tanques no se veía nada. Tanto los binoculares como los sistemas de visión nocturna, desde luego, habían sido fabricados por los bolos.

Claro, no todo eran trastos inservibles. Por ejemplo, había cámaras fotográficas que nada tenían que envidiarle a sus pares capitalistas. Yo aún conservo un modelo como el que aparece en la escena del Ártico en K-19, The Widowmaker. Aunque creo que era fabricada en la RDA.

Si así eran los aparatos que había en Cuba, daba terror imaginarse lo que podía ser la Unión Soviética y el Bloque Socialista en pleno. Como supimos después de la caída del Muro de Berlín, puede que pocas cosas funcionaran bien allá dentro.

O que quizás, sencillamente, funcionaran. Chernóbil, el K-19, The Widowmaker y hasta la propia desaparición del sistema, quizá sean prueba de ello.

Das weiße Band, trailer del film de Haneke

Póster de Das weiße Band, de Michael Haneke
Póster de Das weiße Band, de Michael Haneke
Festival de Cannes con Das weiße Band, un filme que busca las raíces del Nacional Socialismo en la infancia alemana de principios del siglo XX.

Es una idea provocadora y un enfoque original sobre el tema y al mismo tiempo es tan sencilla y hasta obvia que no me explico cómo a nadie se le había ocurrido antes.

La trama del filme gira en torno a una serie de extraños acontecidos en un pequeño pueblo, en 1913. Se habla de niños torturados, e incendios. Un maestro de escuela será el encargado de descubrir la horrible verdad tras las apariencias cotidianas, inofensivas.

A continuación podrán ver un trailer de la película y una entrevista con su realizador. en la conversación, Haneke aclara que la película no es la adaptación de novela alguna, sino en guión original que coloca al espectador en una zona de incertidumbre desde su mismo comienzo, un recurso muy cercano a la literatura.

Haneke también cuenta cómo ha sido el proceso de selección del reparto de su película.

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Film, film, film…

[youtube width=”560″ height=”420″]http://www.youtube.com/watch?v=YqwxWlU5ON0[/youtube]

No hay nada glamoroso en hacer, en rodar una película. Nada. Absolutamente nada. Ni siquiera los estrenos, con sus alfombras rojas y sus actrices y actores guapos y bien vestidos, lo son. Al menos, no para los realizadores. Tampoco para los actores, ciertamente. Los estrenos puro nerviosismo, sólo alteración.

A eso se refería rodar una película era como un viaje en diligencia en el lejano oeste. Al principio uno espera tener un lindo viaje, pero al final lo único que desea es salir vivo del trance.

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ReelDirector, editor de video para el iPhone

Ya sé que estoy medio pegado con el tema, pero es que todo el asunto de las aplicaciones portátiles para iPhone me parece sencillamente fascinante.

Primero y principal porque te liberan de la esclavitud de tener que ir a todos lados con tu laptop —que en Caracas es poco menos que jugar a la ruleta rusa.

Recientemente he reseñado aplicaciones para escribir guiones o diseñar storyboards. Pero hay decenas de otras herramientas muy útiles, que pienso ir reseñando conforme pase el tiempo.

Hoy he encontrado con una que acaso esperaba saliera de un momento a otro, habida cuenta de las rudimentarias posibilidades de edición de video que brinda el iPhone 3G S.

ReelDirector no sólo permite editar clips de video, sino que además permite añadirle créditos de inicio y final y marcas de agua, 27 tipos de transiciones y exportar tu película vía email.

Al ver el video, a uno le queda la esperanza de que alguien, en algún lado, esté desarrollando una especie de interfaz para controlar el Final Cut Pro desde el iPhone.

ReelDirector | iTunes

33 Mostra Internacional de Cinema de São Paulo, primeras impresiones

La Mostra Internacional de Cinema de São Paulo debe ser, sino el más, uno de los más grandes festivales de cine del continente.

Grande… Qué digo grande: enorme.

Este año, en su trigésima tercera edición, participan más de 400 películas, óperas primas la mayoría de ellas. Imposible verlas todas, aunque ganas no te faltan.

Videocracy, la política del video

Ayer pude ver tres películas y algunos cortos. La primera cinta fue un dccumental: Videocracy, de Eric Gandini. El filme es una exploración de las estrechas relaciones entre la política y la televisión. O, en todo caso, de la política entendida como televisión. Como entretenimiento, como farándula. Personificada en la figura del presidente italiano y magnate de los medios Silvio Berlusconi.

Sí, estamos hablando del fenómeno de las vecinas. De las fiestas y parrandas en la villa Esmeralda de Cerdeña. Del chisme farandulero como política de Estado. De la imagen personal. De la buena imagen, como factor de ascenso político.

Según el documental, Berlusconi creó un sistema casi perfecto en el que la televisión es fuente de poder político. Y la política está hecha a imagen y semejanza del estilo de sus medios, basado principalmente en la exposición y explotación y exhibición de jovencitas semidesnudas.

La situación descrita en el documental es, sencillamente, alucinante, difícil de creer y, me da la impresión, sin parangón alguno. Un sistema político donde un representante de artistas de TV y un paparazzo pueden tener tanto o más poder que un ministro.

Gandidi, el director, es un italiano que reside en Suecia. Estaba aquí, en la Mostra Internacional de Cinema de São Paulo.

Momentos de Jerusalén

Luego he visto varios cortos de la colección Momentos de Jerusalén. Se trata de siete cortometrajes de jóvenes palestinos e israelíes, que exploran las complejidades de la vida cotidiana jerosolimitana, en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina.

De los que pude ver, me impresionaron particularmente Ghetto Town, de Amber Fares y Avi Goldstein, y Bus de Yasmine Novak. El primero se centra en el movimiento de hip-hop en un campo de refugiados palestinos en el que no entra ni la policía. Mientras que el segundo, valiéndose de grabaciones telefónicas, en un viaje en autobús a través de la ciudad. Y una cuidada construcción sonora, recrea la vida en una ciudad dividida donde todo parece estar prohibido.

Lamenté tener que salirme de esa proyección, pero no me quedó más remedio, pues tenía que atender la sesión de preguntas y respuestas del público sobre nuestra película Bloques.

Finalmente, en la última sesión de la noche (de las muchas que hay todas las noches en esta Mostra Internacional de Cinema de São Paulo) me quedé a ver Still Lovely, de Nicholas Fackler.

Protagonizada por Martin Landau, Ellen Burstyn y Elizabeth Banks. Cuenta una historia de amor entre dos ancianos en medio de las navidades.

‘Bloques’, en la Mostra de São Paulo y en The Auteurs

La película venezolana Bloques, el díptico dirigido por Alfredo Hueck y un servidor se estará exhibiendo en la Mostra de São Paulo, Brasil, desde hoy y hasta el 30 de octubre. El filme forma parte de la sección Perspectivas Internacionales. Sin embargo, acaso lo más interesante es que, durante todo el festival, la película venezolana Bloques será … Leer más

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