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John Malkovich lleva al teatro a un “serial killer” encantador: “Jack” Unterweger

A principios de la década de los 90, Austria, un país usualmente tranquilo, se vio sacudido por una serie de asesinatos y desapariciones de prostitutas. En apenas 5 meses, entre 1990 y 1991, cinco cuerpos habían aparecido en varias ciudades y al menos una desaparición había sido reportada. El M.O. del asesino le hizo recordar a un viejo policía retirado un par de homicidios que había investigado en 1974. En ese entonces, había logrado la identificación y captura del responsable de las muertes: un joven llamado Johann “Jack” Unterweger.

Cuando comenzaron a aparecer los cuerpos de las prostitutas en 1990, “Jack” Unterweger se encontraba libre y era toda una celebridad. En la cárcel había iniciado una carrera literaria e importantes intelectuales austríacos, después de una campaña, había conseguido su liberación. Se había convertido en un símbolo de la rehabilitación del delincuente. Asistía con regularidad a programas de radio y televisión, concedía entrevistas a diarios y las mujeres le perseguían.

En 1991 viajó a los Estados unidos como corresponsal de una revista austríaca. Con su ausencia, cesaron los crímenes de prostitutas en Austria. Pero durante su estancia en Los Angeles, tres mujeres más fueron encontradas muertas. En seguida la policía le puso en la lista de sospechosos y le seguía el rastro a sus movimientos en territorios estadounidense y canadiense. Finalmente, le detendrían en Miami, adonde había viajado con su novia de 18 años porque, según la muchacha, “le gustaba Don Johnson”.

Extraditado a Austria, Unterweger fue juzgado y condenado a cadena perpetua por los asesinatos de 11 prostitutas. Esa misma noche, se ahorcó en su celda.

John Malkovich se encontraba en Austria por el tiempo en el que Unterweger era una celebridad literaria y el consentido de la mujeres; y quedó fascinado con el personaje. Así que cuando su amigo, el director de orquesta Martin Haselböck, le propuso hacer algo juntos, no se lo pensó dos veces. Le dijo:

Si quieres que la gente venga al teatro, hay que hacer algo sobre Jack Unterweger…

El resultado de la colaboración es La Comedia Infernal, un montaje que mezcla teatro y ópera, escrito por Michael Sturminger y con la dirección orquestal de Haselböck. En la peiza, Malcovich actúa con dos mujeres que cantan arias de Weber, Boccherini, Vivaldi y Mozart, que tienen en común el tema del maltrato femenino.

A propósito de su estreno en España, el diario El País ha hablado con el actor:

P. ¿Pero qué le llevó a interesarse precisamente por Unterweger, habiendo tantos ejemplos de asesinos en serie de mujeres?

R. Pasé bastante tiempo en Austria en los años noventa, donde se habló mucho de Unterweger. También era conocido en Estados Unidos, desde donde escribió para Austria como periodista. Informaba sobre las pésimas condiciones de las prostitutas, pero no las ayudó mucho porque mató a las que encontró. No tengo ningún interés en el personaje mismo de Unterweger. Sus actos son enormemente tristes, destructivos, pero me interesó como resultado de la estupidez mental y emocional de los políticos.

P. Lo dice porque Unterweger, condenado a muerte, fue absuelto en 1990 a raíz de una petición de destacados intelectuales de izquierda. Una vez libre, siguió matando prostitutas en Los Ángeles, Austria y la República Checa, luego volvió a ser condenado a muerte y se ahorcó.

R. Sí. Unterweger era un psicópata, pero hubo quien dijo que había que dejarlo libre porque tomó cursos de escritura. Aunque nunca fue buen escritor. Era una patata caliente entre la izquierda y la derecha. Imagina que alguien te dice que los árboles delante de tu casa están enfermos. La izquierda dice: hay que alimentarlos, darles agua. Y la derecha dice: hay que arrancarlos para que no contagien a los demás. Yo en cambio me pregunto por qué ha venido una persona a contarme que las plantas están enfermas.

P. ¿No tiene usted ninguna inclinación política?

R. No creo ni en política ni en religión. Para creer en la política hay que tener una corrupción intelectual total. Unterweger es un ejemplo de eso…

“El teatro es libre, el cine es fascista”, John Malkovich | Entrevista completa

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