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Cannes vs. Netflix, continúa la escalada de hostilidades

El conflicto de Cannes Vs. Netflix conoció esta semana una escalada de hostilidades. El último golpe ha sido la amenaza de Netflix de bloquear la proyección de cinco de sus películas, que serían programadas fuera de competencia.

Entre las cintas estaría, nada menos y nada más, que la más reciente película de Alfonso Cuarón, Roma. Además de Norway, de Paul Greengras; Hold the Dark, de Jeremy Saulnier; The Other Side of the Wind, el viejo film inconcluso de Orson Welles, terminado por Netflix y el documental They’ll Love Me When I’m Dead, de Morgan Neville.

En esta esquina, Cannes

Como bien lo ha resumido Thierry Frémaux, director artístico del Festival de Cannes, en el fondo se trata de un choque entre modelos de exhibición opuestos. Acaso irreconciliables. Cómo él mismo lo describió, modelos intransigentes.

A la gente de Netflix le encanta la alfombra roja y le gustaría estar presente con otras películas. Pero entienden que la intransigencia de su propio modelo está opuesto al nuestro.

¿A qué se refería con “modelos opuestos”? Pues sencillamente a la regla de Cannes de obligar a los films de la competencia oficial a ser exhibidos comercialmente en las salas de cine de Francia. Y, por otro lado, a la negativa de Netflix a estrenar sus películas en salas comerciales fuera del territorio de los Estados Unidos.

Las hostilidades estallaron el año pasado con la inclusión de Okja de Bong Joon-Ho y The Meyerowitz Stories de Noah Baumbach en la competencia oficial. Según Frémaux, un error de su parte.

El año pasado, cuando seleccionamos estas dos películas, pensé que podría convencer a Netflix de lanzarlas en los cines. Fui presuntuoso: se negaron.

Pedro Almodóvar, presidente del jurado el año pasado, incluso llegó a opinar que una película no debía ganar la Palma de Oro, si no tenía previsto un estreno en los cines.

En las salas donde se estrenaron ambos films en la pasada edición del festival, el logotipo de Netflix fue recibido con abucheos.

El caso es que mientras Cannes se enorgullece de ser una especie de bastión del cine de autor del mundo; por otro lado, también es el más grande escaparate cinematográfico mundial, al que acuden distribuidoras y agencias de ventas para mostrar sus últimas producciones. Cannes es un bastión del modelo tradicional de negocios cinematográficos.

Y eso es justamente lo que Netflix, y otras plataformas de streaming, amenazan.

En la otra esquina, Netflix

En el fondo, esta controversia es apenas un nuevo capítulo de la ya larga guerra entre los modelos tradicionales de negocios y el nuevo modelo de Long Tail, propuesto por Internet.

El modelo tradicional de distribución y exhibición del cine se basa en hits, o éxitos de taquilla. En distribuir y exhibir lo más comercial, pues básicamente no existe la posibilidad física, ni el tiempo para proyectar todas los films que se producen. En este modelo, las películas recorren todo un circuito de ventanas con tiempos limitados de exhibición, antes de desaparecer.

Pero en Internet no existen limitaciones. Ni físicas ni temporales. La red puede albergar, en teoría, todo lo que se produce. La economía de hits o éxitos, como Amazon lo demostró, ha sido sustituida por una economía de nichos. Ya no se trata de vender mucho, pocos productos. Sino de vender poco, muchos productos. A una audiencia, además, más o menos, global.

A Netflix no le interesan los mercados locales, sino los mundiales. Por eso no ha invertido en crear sistemas de distribución y exhibición fuera de los Estados Unidos. Distribuir y exhibir en Francia le exigiría una inversión que no sería cónsona con su modelo de negocios.

Ted Sarandos, presidente de Netflix se ha limitado a declarar, que ante la nueva regla de Cannes (de exigir la posterior exhibición en salas de cine de Francia de las películas de la competencia oficial), asistir al festival les resulta menos atractivo.

Sobre todo, si se toma en cuenta que por ley, las películas estrenadas en las salas de cine en Francia deben esperar al menos 3 años antes de ser exhibidas en streaming. Y, para Netflix, mientras más pronto estén disponibles en su plataforma, mejor.

El encanto del streaming

El enfrentamiento de Cannes Vs. Netflix es mucho más profundo que un simple impasse. Es la expresión de todo lo que está cambiando con el advenimiento de Internet.

Netflix se ha convertido en un imán para el talento. Ha llenado el vacío que los grandes estudios crearon al dejar de producir cintas de presupuestos bajos y medios. Justo la franja en la que se mueven autores como Baumbach, Greengras. O nuevos cineastas como Saulnier. Y, ciertamente, buena parte del cine que se exhibe en Cannes.

Segundo, las grandes cadenas distribuidores y exhibidoras del mundo, también han abandonado la exhibición de este tipo de cine. ¿Cuándo fue la última vez que una cinta de Baumbach fue proyectada en el multiplex más cercano a ti?

Tercero, firmar con una plataforma de streaming es garantía de continuidad de la obra artistica. Recientemente, los Duplass firmaron por 5 películas, algo impensable para un estudio, tomando en cuenta que los hermanos han desarrollado su carrera en el mundo del cine independiente.

Finalmente, para los autores, plataformas como Netflix o Amazon son garantía de acceso a una audiencia más o menos global, de forma inmediata. Un gran escaparate para su trabajo, que abarca buena parte del mundo y más de 100 millones de espectadores.

Pero además los productores también están migrando a las plataformas de streaming. Básicamente porque ale ofrecen la garantía de recuperar su inversión. En el actual modelo de negocios, gran parte del dinero se queda en intermediarios. Sobre todo en la fase de distribución. Por muy exitosa que pueda ser una película, es muy probable que el productor no reciba ni un centavo de las ventas o la taquilla. cuando no ocurre el caso trágico de quedar endeudado con su distribuidor.

Cannes Vs. Netflix, ¿ganador?

También grandes autores como David Fincher o Martin Scorsese están trabajando con Netflix. Nada más en The Irishman de Scorsese, la plataforma ha invertido más de 100 millones de dólares.

No es de extrañar pues que Roma, la más reciente cinta de Alfonso Cuarón, que de paso representa una vuelta a sus orígenes mexicanos y de cine independiente, haya ido a parar a manos de Netflix.

Es cierto que el conflicto de Cannes Vs. Netflix apenas comienza. ¿Habrá un ganador en esta controversia? De eso no tendremos certeza hasta el próximo 12 de abril, cuando se devele la lista de películas seleccionadas. Lo más probable es que lleguen a una especie de acuerdo. Si la migración de autores hacia Netflix continúa y Cannes se empeña en mantener el veto, es muy probable que en las próximas ediciones se quede sin unos cuantos nombres de cineastas importantes.

Netflix por su parte, como Frémaux dicho, también necesita del glamour y el prestigio que da la alfombra roja. Pero eso no es determinante en los objetivos de la plataforma. Netflix es una empresa informática cuyo negocio es el cine. No es simplemente un estudio ni una productora. Por ahora su énfasis es hacer crecer su base de suscriptores. Lo de ganar premios es secundario.

Y ciertamente, exhibir sus películas en las salas de cine francesas, tampoco está entre sus prioridades. En este pugilato, es posible que Cannes pierda. Por puntos.

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