Milagros Socorro, en su columna de hoy en el Diario El Nacional, hace un recuento de las tribulaciones por los que atraviesa el realizador José Ramón Novoa para rescatar las copias de su nueva película, El Don, de las zarpas de las autoridades aduanales.
A continuación, algunos extractos de la pieza periodística:
Las cosas se complicaron para Novoa cuando el negativo pisó suelo venezolano, el pasado 30 de septiembre.
Para empezar, no sería sino hasta el 5 de octubre, una semana después, cuando el CNAC fue notificado del arribo a la Aduana Aérea de Valencia.
(…)
El uniformado negó la salida de las latas con el alegato de que eso sería (…)contrabando(…). El 13 de octubre la aduana informó que para retirar el negativo debían cancelarse casi diez millones de bolívares, por concepto de impuesto por (…)nacionalización(…) de una película venezolana. La suma había sido calculada no a partir del costo del negativo sino del proceso de su elaboración, especificado por la empresa suiza en el seguro contratado para proteger a su cliente de una posible pérdida del material.
(…)
—Es inconcebible—, dice Novoa, el ingenuo que no tomó un avión para ir a buscar su vaina a Zurich, —que una película nacional, que está obligada a salir del país a realizar determinados procesos de posproducción que no existen en el nuestro, sea pechada al regreso, ¡con diez millones de bolívares! como si se tratara de un producto de lujo o de uno exclusivamente comercial de importación—.
Lo sentí tan consternado que preferí no preguntarle si es cierto lo que dicen las malas lenguas, según las cuales la morosidad en la aduana es aprovechada por ciertos mafiosos para piratear la película (como ya ha ocurrido con Secuestro Express).
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