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Psycho! de Alfred Hitchcock, el terror del cine puro

Es muy probable que Alfred Hitchcock nunca haya imaginado que su pequeño proyecto de bajo presupuesto, concebido sólo para hacer dinero y levantar algo su prestigio como director, se convertiría en un film mítico que sentaría las bases de un nuevo género

House by the Railroad, Edward Hopper
House by the Railroad de Edward Hopper

Tiempo atrás, en París, pude ir a una exposición en el Museo Pompidou sobre el cine de Alfred Hitchcock. Se titulaba Hitchcock et l’Art: coïncidences fatales y básicamente exploraba las relaciones entre la obra cinematográfica del maestro del suspense y el arte en general. El tema me pareció en principio un tanto obvio. Todos los artistas que laboran en la realización de una película, desde el director hasta la vestuarista, acuden al mundo del arte en busca de referencias para realizar su trabajo.

Sin ir más lejos y para usar la película que hoy nos ocupa, allí el está el ejemplo la casa de Norman Bates, cuyo diseño y aspecto se basa en House by the Railroad, de Edward Hopper.

No obstante, la exposición no dejaba de ser fascinante, con incontables conexiones e insospechadas asociaciones entre las películas de Hitchcock y el arte de los siglos XIX y XX. Allí se exponían los extravagantes diseños que Salvador Dalí realizó para Spellbound, referencias pictóricas, expresionistas y surrealistas en su mayoría, para crear sets o diseñar la fotografía de las películas.

También había numerosos objetos usados en la utilería y ambientación de más de un mítico filme del director británico.

Desde las cámaras fotográficas rotas de James Steward y el sofisticado vestido que usa Grace Kelly en The Rear Window, hasta la cartera amarilla de Marnie. Pasando por el encendedor de Strangers on a Train, las tijeras de Dial M for Murder, las joyas de Vértigo y To Catch a Thief y toda suerte de fotografías stills, storyboards, fragmentos de películas, bandas sonoras y escalofriantes recreaciones de un par de escenografías.

Bates Motel
El motel Bates, con la casa de la familia al fondo

La primera era el parque infantil de Los Pájaros. Un cuervo amenazaba al público desde uno de los juegos y, de vez en cuando y sin previo aviso, el súbito sonido de un aleteo te ponía la carne de gallina.

El otro set era aún más escalofriante pues nada te preparaba para lo que de forma imprevista te encontrabas al franquear una puerta. Nada menos y nada más que la sala de estar de la señora Bates, mamá de Norman, con todo y señora incluida. O lo que quedaba de ella. Y lo que quedaba era bastante sobrecogedor.

Una calavera de piel acartonada y ralos cabellos, sentada ante un televisor en blanco y negro encendido. Al fondo, a través de una puerta entreabierta, se podía atisbar hacia la ducha. Y a juzgar por el sonido de agua corriente, alguien se bañaba.

Y estaba a punto de morir horriblemente. Era una reimaginación del decorado de Psycho de Alfred Hitchcock.

Ed Gein, el psycho original

El 17 de noviembre de 1957, agentes de la policía de Plainfield, Wisconsin, que investigaban la desaparición de la señora Bernice Worden, de 58 años, entraron a la propiedad de un solitario granjero llamado Edward Gein. Con toda seguridad, al abrir las puertas de la casa y el granero, no estaban preparados para encontrarse con lo inimaginable.

El material más usado en la decoración interior de la vivienda era humano. Había lámparas y silla tapizadas con piel humana y cabezas disecadas como adornos. De las paredes colgaban pieles de rostros de cadáveres enmarcados y cuatro calaveras remataban las esquinas de la cama.

Ed Gein, psicópata inspirador de Psycho!
Ed Gein, psicópata inspirador de Psycho!

Había brazaletes, medias y vestidos confeccionados con piel humana, platos de sopa hechos con la tapa de los sesos de cadáveres, y varios órganos en la nevera. La investigación posterior determinaría que Ed Gein saqueaba las tumbas del cementerio local para obtener la materia de su espeluznante proyecto decorativo.

Y en algún momento debió requerir de un material mucho más fresco. Fue así como secuestró, mató y descuartizó a Mary Hogan, de 51 años y a Bernice Warden, cuyo cuerpo decapitado y abierto en canal, aún colgaba del techo cuando los agentes policiales entraron a la casa del macabro campesino.

Gein vivía solo en la granja desde la muerte de su hermano y su madre, Augusta Gein, una fanática luterana, dominante y castradora, que educó a sus hijos con puño de hierro: no les permitía tener amigos y les enseñaba que todas las mujeres eran prostitutas e instrumentos del diablo. Su hijo menor desarrolló, como consecuencia, una relación patológica con el sexo y su propio cuerpo.

No podemos decir que, como quería de Quincey, Gein consideraba el asesinato como una de las bellas artes. Tampoco creo que pueda considerarse un artista. Ni siquiera un artista naïf. Acaso sea mejor definirlo como un decorador de interiores autodidacta con un gusto retorcido por los materiales no tradicionales. Un buen artesano de la muerte.

A Gein se le atribuyen sólo dos asesinatos. No es de los más prolíficos asesinos en serie de la historia, pero los detalles espectaculares hicieron del caso uno de los más notorios del siglo XX en los Estados Unidos. No es de extrañar pues que Gein pronto se convirtió en el modelo de varios psicópatas cinematográficos.

Norman Bates (Psycho!)

De Gein, el voyeurista Norman Bates, protagonista de Psycho! heredaría el Complejo de Edipo, su madre castradora y fanática religiosa, su homosexualidad latente, sublimada en el acto de matar, su habilidad para la preservación de cadáveres y su travestismo.

James Gumb/Buffalo Bill (The Silence of the Lamb)

Thomas Harris se inspiraría en Gein para componer el psicópata de El Silencio de los Inocentes. Homosexual travesti no asumido que sublima su conflicto de género a través de una concepción muy particular del oficio de corte y costura.

Leatherface (The Texas Chain Saw Massacre)

El que acaso sea el psicópata más aterrador de la historia del cine, es un heredero de Gein. Especialmente por su carácter rural, su máscara de piel humana, su antropofagia y su casa decorada con carne y huesos.

Psycho, la novela

Dio la casualidad que, no muy lejos de Plainfield se encontraba el novelista Robert Bloch, quien al enterarse de los tremendos sucesos relacionados con el caso de Gein, enseguida puso manos a la obra. O a la máquina de escribir. Psycho, la novela, contaba la historia de Norman Bates, un hombre solitario, obsesionado con su madre. Ambos gerencian un sórdido Motel venido a menos desde que el tráfico había sido desviado hacia una nueva autopista.

Allí se aloja Marion Crane, quien huye después de haber robado impulsivamente 40 mil dólares. Bloch utilizó un ardid narrativo muy ingenioso para mantener enganchados a los lectores. Primero, despertaba su empatía hacia ciertos personajes… Que luego asesinaba inesperadamente.

La novela fue publicada poco después del juicio de Gein. Bloch era guionista, tanto de cine como de TV, y escritor de cuentos de terror. Pero la tirada de la novela no fue muy numerosa que se diga. Sin embargo, circularon suficientes ejemplares como para que uno de ellos fuera a parar a manos de Alfred Hitchcock. El llamado mago del suspense quedó tan impresionado con las muertes inesperadas de la novela que no perdió tiempo para gestionar la compra de los derechos de adaptación del texto de Bloch.

Y no sólo eso, sino que adquirió todos los ejemplares que pudo encontrar del libro, para evitar que los espectadores se enteraran de los detalles de la trama una vez adaptado.

La adaptación

Hitchcock adquirió los derechos de aquel pulp en secreto, por poco más 9 mil dólares. Pero los grandes estudios no se mostraron interesados en producir su film. Paramount consideraba la novela demasiado repugnante y violenta, y a sus ejecutivos les preocupaba tener problemas con la censura de la época. Así que Hitchcock decidió producirla por sus propios medios.

Su intención realizar un película de serie B lo más barata posible, que al mismo tiempo tuviera una buena recaudación. Aunque para la época se realizaban películas en color, escogió el blanco y negro para abaratar costos, reducir el gore y, de paso, darle una sensación de realismo e inmediatez al film, pues los noticieros de la época aún se hacían en blanco y negro.

Asimismo, recortó su sueldo a cambio de un porcentaje de los beneficios de la película en taquilla. Y no pudo hacer mejor negocio: Psycho de Alfred Hitchcock, con un presupuesto de apenas 800 mil dólares recaudó 40 millones en los Estados Unidos solamente.

Para filrmarlo lo más rápido posible trabajó con el equipo de televisión de su programa Alfred Hitchcock presenta. También se rodeó de actores relativamente poco conocidos entonces, para subrayar aún más la imprevisibilidad de la historia. Con el mismo motivo, hizo lo que se conoce como “casting contra tipo”. Para el papel del psicópata escogió a un actor caracterizado hasta entonces por su papeles de hombre sensible y/o refinado, como Anthony Perkins, mientras que a una estrella más reconocida le asignó un papel mucho más trágico e inesperado.

Quienes hayan leído la larga entrevista que François Truffaut le hizo al legendario realizador británico, sabrán las razones que lo motivaron a realizar el filme. Primero, y esto es un enorme spoiler que el propio realizador reprobaría (así que si eres una de esas rarezas que no ha visto este filme fundamental, deja de leer inmediatamente, búscate una copia y ven luego), el inesperado asesinato del personaje de Marion Crane (Janet Leigh) que Robert Bloch describía en su novela.

Y digo que el viejo Hitch desaprobaría spoiler porque si en algo se esmeró fue en mantener en secreto la trama. Al iniciar el rodaje, actores y técnicos juraron con la mano derecha levantada no revelar detalle alguno y los espectadores que acudieron a ver el film en las salas no podía entrar si la función se había iniciado. Incluso, se topaban con un cartel de Hitchcock que los disuadía de entrar.

Psycho! Poster Alfred Hitchcock
Hitchcock no quería que nadie entrara a la sala una vez comenzada la función

“No revele el final… ¡Es el único que tenemos!” Pedía el director en los carteles ubicados en el lobby de los cines de Estados Unidos y el mundo. Y habría sido una verdadera lástima porque tanto como el final, como la muerte de Marion Crane en la ducha son de las sorpresas más inesperadas de la historia del cine.

Muerte en la ducha

De todos los grandes aciertos de Psycho! de Alfred Hitchcock, acaso el que perdura con mayor intensidad en la memoria de los espectadores es la escena del asesinato en la ducha —sí, el mismo asesinato inesperado que despertó en Hitchcock el interés por adaptar la novela de Bloch. Rodar estos 58 segundos le tomó al equipo toda una semana y 77 posiciones de cámara. Fue la escena que más tiempo tomó en filmar en aquel rápido rodaje.

La muerte de la joven resulta aún más impactante gracias a una acertada decisión narrativa del guionista Joseph Stefano, quien inicia el relato con la historia de la oficinista en vez de Norman y su madre. De esta forma, lograba que los espectadores empatizaran con un personaje que moría repentinamente a mitad de metraje. Hitchcock planificó la escena junto con Saul Bass, quien estaba encargado de los créditos y el departamento de arte. Bass dibujó los storyboards que el director rodó sin desviarse un ápice.

No sólo se trata de una escena que desafiaba muy ingeniosamente la férrea censura de la época, sino que logró lo que Hitchcock había buscado a lo largo de su carrera: transmitir emociones extremas valiéndose sólo de los recursos cinematográficos. En este caso, de rápido un montaje de atracciones al estilo eisensteniano, con veloces planos cerrados, acompasados con la punzante partitura de Bernard Hermann.

Así, consiguió una escena mítica en la historia del cine y una película que al decir de François Truffaut alcanza momentos de cine experimental. Hitchcock estuvo de acuerdo con la apreciación del director francés:

Mi principal satisfacción es que la película ha actuado sobre el público, y es lo que más me interesaba. En Psycho, el argumento me importa poco, los personajes me importan poco; lo que me importa es que la unión de los trozos del film, la fotografía, la banda sonora y todo lo que es puramente técnico podían hacer gritar al público. Creo que es para nosotros una gran satisfacción utilizar el arte cinematográfico para crear una emoción de masas. Y, con Psycho, lo hemos conseguido.

No es un mensaje lo que ha intrigado al público. No es una gran interpretación lo que ha conmovido al público. No era una novela de prestigio lo que ha cautivado al público. Lo que ha emocionado al público era el film puro.

Y esta es la razón por la cual mi orgullo relacionado con Psicosis es que este film nos pertenece a nosotros, cineastas, a usted y a mí, más que todos los films que yo he rodado. No conseguirá tener con nadie una verdadera discusión sobre este film en los términos que empleamos en este momento.

La gente diría: «Es algo que no hay que hacer, el argumento era horrible, los protagonistas eran pequeños, no había personajes…» Esto es cierto, pero la manera de construir esta historia y de contarla ha llevado al público a reaccionar de una manera emocional. Me es igual que se piense que se trata de un pequeño o de un gran film. No lo emprendí con la idea de hacer una película importante.

Es un dominio en el que hay que estar contento de su trabajo desde el punto de vista técnico, no necesariamente desde el punto de vista del guión. En un film de este género, es la cámara la que hace todo el trabajo. Pero naturalmente, no se consiguen necesariamente las mejores críticas, pues los críticos no se interesan más que por el guión. Hay que dibujar la película como Shakespeare construía sus obras, para el público.

El legado

Más allá de la formalidad cinematográfica, la herencia de Psycho de Alfred Hitchcock repercute hasta nuestro días. Para empezar, el pequeño y casi experimental film de Hitchcock creó un nuevo subgénero del terror: el Slasher. Psycho elevó al destripador a la galería de monstruos cinematográficos modernos. Y, de paso, sentó las bases del nuevo subgénero.

Las películas que vendrían después harían de los temas de Psycho convenciones a respetar. El voyeurismo de los personajes masculinos, en especial del psicópata, su inseguridad erótica y su problemas de orientación de género no asumidos, el castigo de la promiscuidad, los traumas infantiles relacionados con la figura materna, el asesinato violento como sublimación de una sexualidad reprimida, la incapacidad masculina para defenderse contrapuesta a la aptitud femenina para la supervivencia.

Además, impuso de los elementos narrativos centrales de este tipo de películas: la explicación de los motivos del asesino en términos psicológicos o criminalísticos, el erotismo transgresor de las víctimas femeninas como contrapartida a la represión sexual del agresor y la violencia perpetrada con símbolos fálicos —cuchillos, navajas, machetes, sierras mecánicas— como sustitución del acto sexual no consumado.

Estos temas se repiten una y otra vez en films y series como Halloween (protagonizado por la hija de Janet Leigh, Jamie Lee Curtis), Nightmare on Elms Street, The Texas Chainsaw Massacre, Friday 13th, Manic, Scream! y hasta en obras de mayor prestigio académico como The Silence of The Lambs.

En resumidas cuentas Psycho no sólo es un film importante dentro de la obra de Hitchcock (que le valió otra de sus nominaciones al Oscar nunca concretadas), sino además una pieza fundamental para comprender el horror cinematográfico moderno.

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