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The vast of Night de Andrew Patterson, nostalgia analógica del futuro

The Vast of Night de Andrew Patterson

The Vast of Night de Andrew Patterson

The Vast of Night de Andrew Patterson tiene la virtud de ser acaso la película más comentada de este confinamiento. Estrenada en Amazon Prime Video el pasado 29 de mayo, este modesto film independiente de ciencia ficción enseguida dividió en dos a las audiencias de manera casi irreconciliable, entre fanáticos y detractores acérrimos. Lo que no se entiende es el motivo. No se trata de un film que toque un tema particularmente polémico. Todo lo contrario, The Vast of Night es entretenimiento puro.

¿Acaso se trata de la forma en que está hecha?

The Vast of Night de Andrew Patterson, un ejercicio de nostalgia

El film de Patterson pertenece a un subgénero de la ciencia ficción marcado por la nostalgia. Como Super 8 o Strangers Things. Pero en este caso, la nostalgia tiene como objetivo la década de los 50. O, en todo caso, es una nostalgia de la ciencia ficción de esa década. The Vast of Night lo deja bien claro desde el comienzo al citar casi literalmente los créditos de la popular serie The Twilight Zone.

Aunque la película bebe de fuentes de clásicos de Steven Spielberg como E.T. y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, no es un largometraje lo que vemos, nos advierte Patterson al comienzo y en varios momentos de la historia, sino apenas el episodio alargado de una serie de ciencia ficción televisiva.

Mas, esta advertencia resulta engañosa.

No bien arranca la trama nos damos cuenta de que nada más alejado de la estética de la TV que esta cinta. The Vast of Night está compuesta alternativamente de largos planos secuencias, la mayoría a ras del suelo y eternos planos estáticos que recogen los relatos orales de varios de los personajes.

Estos largos planos está balanceados con diálogos vertiginosos y con explosiones repentinas de acción, que marcan un ritmo narrativo dinámico y enérgico, imprevisible, que saca partido de los desplazamientos de los personajes a lo largo del pueblo en que transcurre la acción.

Resulta curioso en esta era digital cómo el film explota la nostalgia por las tecnologías analógicas del pasado. Grabadores de cinta, una central telefónica de clavijas, los teléfonos de línea, cámaras, la consola de control de una radio, llena de botones, palancas y diales, walkie-talkies, televisores de tubo desempeñan un papel fundamental en la construcción de una especie de “nostalgia del futuro” en los personajes. El artículo de una revista de tecnología y ciencia ficción que Fay lee en voz alta, subraya la idea de que esas tecnologías están condenadas a evolucionar, transformarse y, eventualmente, a extinguirse.

Tres relatos dentro del relato

La trama del film está estructurada en tres grandes conversaciones que constituyen tres relatos dentro del relato. La primera es el diálogo trepidante de los dos protagonistas, Everett (Jake Horowitz), el locutor de la radio local, y Fay (Sierra McCormick), la adolescente encargada de la centralita telefónica del pueblo. La aparición de un extraño sonido captada por la central, provoca una investigación de ambos que hace avanzar la trama.

La segunda es una conversación telefónica en la que Patterson no teme usar la pantalla en negro para introducirnos en la naturaleza impersonal e imaginativa de inherente al teléfono. La última gran conversación es una entrevista presencial que la cámara registra con el rigor de un interrogatorio policial.

The Vast of Night, analógica nostalgia del futuro

¿El motivo de la polémica?

Andrew Patterson financió de su propio bolsillo su ópera prima. El presupuesto apenas ascendía a 700 mil dólares. ¿Cómo entonces una cinta tan modesta, tanto en sus ambiciones artísticas como en las dimensiones de producción y presupuestarias despierta tan enconadas pasiones en las redes sociales? Estamos hablando de una película que ni siquiera devela el nombre de su directos y uno de sus guionistas.

Quizás la respuesta tenga que ver con los antecedentes de la película. Para empezar, la opera prima de Patterson fue rechazada en 18 festivales internacionales, antes de ser seleccionada por Slamdance. Fue allí donde la vio Steven Soderbergh, quien presentaba su segundo film filmado con un iPhone, High Flying Bird. Soderbergh se deshizo en elogios para con el trabajo de Patterson.

El film inició entonces un exitoso segundo acto en el circuito de festivales. En Slamdance ganó el Premio del Público a la Mejor Película Narrativa. Luego, en Toronto resultó finalista del People’s Choice. A continuación se alzó con el Premio del Jurado en el Festival de Cine Overlook, y un Premio Especial de Fotografía en el Festival Internacional de Cine Hamptons. Obtuvo una nominación al Mejor Primer Guión en los Premios Independent Spirit y a Mejor Película Internacional en el Festival Ide Cine de Edimburgo 2019.

De allí en adelante, las publicaciones especializadas se encargaron de alimentar el hype. Y Amazon la adquirió a finales del año pasado.

En las redes sociales, en especial Twitter, de vez en cuando salta alguna acalorada entre un director célebre, a quien le ha encantado el film, y un programador o director de algún festival que lo rechazó y que se siente obligado a airear y justificar públicamente su decisión. Al estar envueltos nombres conocidos, la polémica en redes adquiere mayor resonacia.

Al final queda la sensación de que The Vast of Night de Andrew Patterson es una película que encanta a directores pero que despierta el rechazo de los programadores de festivales. Y que resulta divisiva como cualquier otra obra original de un nuevo director con voz propia y que asoma un estilo personal alejado de los parámetros del mercado.

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