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A favor del relevo generacional en el cine venezolano: el 1 por 1

Según la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC), por estos días se decide el futuro del cine venezolano. La nueva Ley de Cultura comienza a ser discutida y la reciente Ley de Cine, cuando aún no se pone en práctica, podría ser derogada.

El pasado sábado se realizó una asamblea de la ANAC para discutir la situación. Al evento asistieron algunos cineastas jóvenes, representantes gremiales de un sector de los cineastas, —no acudió nadie de la Cámara Venezolana de Productores de Largometrajes (CAVEPROL).

Pronto, la discusión derivó al espinoso tema de las oportunidades de los jóvenes cineastas de acceder al financiamiento estatal, para la realización de sus obras. En los últimos 15 años, la Comisión de Estudios de Proyectos (en adelante, CEP) del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) ha aprobado una ópera prima por cada 4 películas de cineastas “establecidos”. 4×1.

Si se pregunta la razón de tal desequilibrio, la respuesta suele ser que no hay suficientes recursos para la producción. Es verdad, nunca los hay ni los habrá. Pero no existe ninguna disposición, ni en la ley ni los reglamentos, que establezca que los filmes de cineastas de trayectorias reconocidas tienen prioridad sobre las obras de los noveles.

Para acabar con el problema de los jóvenes cineastas sin ópera prima, hice en la asamblea un modesta proposición: el 1×1. Sí, ya sé que no es novedosa, pero al menos pienso que podría funcionar. La propuesta es sencilla: incluir en el futuro reglamento de la Ley de Cine una disposición que obligue a la comisión a aprobar una ópera prima por cada largometraje de un cineasta “establecido”.

Mientras hacía mi propuesta, una filas más atrás, una chica sugirió que, además de las óperas primas, debía aprobarse un cortometraje y un documental, lo que me pareció justo y razonable.

Creo que mi idea fue bien recibida, aunque algunos expresaron sus reservas.

Una cineasta tomó la palabra para calificar la propuesta de “paternalista”. Aclaro: no digo que se deba aprobar el financiamiento de malas películas por el mero hecho de ser óperas primas. Tampoco estoy diciendo que las óperas primas sean mejores que las otras. Sin embargo, hay datos disponibles que parecen sugerirlo:

De las cinco cintas más taquilleras en los últimos 15 años, tres son óperas primas: Secuestro Express, Sicario y Huelepega. (También podría añadirse que las películas cuyos títulos comienzan por “S” suelen atraer más público, pero esto no viene al acaso).

Otro cineasta tomó la palabra para manifestar su suspicacia ante este tipo de propuestas “igualitarias”, pues leyes como las de igualdad de derechos de los afroamericanos, o las de igualdad de derechos de las mujeres, se habían distorsionado en el camino y prestado para otros fines en los Estados Unidos. O algo por el estilo. A eso sólo puedo contestar que, sin esas leyes, los negros seguirían viajando al fondo en los autobuses (en el mejor de los casos) y las mujeres jamás habrían salido de las cocinas a las aulas de las universidades del mundo.

En esta coyuntura me parece fundamental para el futuro del cine venezolano, atender los reclamos de los jóvenes cineastas y de los realizadores del interior del país que exigieron en la reunión la efectiva descentralización del CNAC —para que deje de ser el “Centro Caraqueño de Cinematografía Nacional”.

¿Cómo entonces pedir su apoyo para luchar por la preservación de un sistema, y una legislación, que quizás les ha negado su derecho a acceder a los fondos necesarios para la realización de sus obras? ¿Cómo convencerlos de que lo que está por venir podría ser malo, cuando la situación actual no puede ser peor?

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