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¿Por qué los mexicanos son tan buenos?

Brad-Pitt

He venido siguiendo el blog EP3, de El País de España desde que comenzó el Festival de San Sebastián. Y, justo allí, en días pasados, me topé con la interrogante que da título a este artículo. Hoy, Gregorio Belinchón, el autor del blog, aventura una hipótesis como respuesta:

El otro día, mientras Alfonso Cuarón acababa su rueda de prensa, González Iñárritu, el hombre de negro, compraba regalos infantiles. Y sin ninguna pretenciosidad, camuflado en el paisaje. Buena metáfora. Los directores mexicanos (encabezados por la tríada Iñárritu, Del Toro y Cuarón) hacen su cine y a la vez ruedan en Hollywood megamaxiproducciones sin ningún complejo, como si fueran un director yanqui.

En todos los festivales hay cineastas de esta nación (desde los grandes títulos de Arturo Ripstein a gente nueva como Carlos Reygadas, que el año pasado animó Cannes y San Sebastián con Batalla en el cielo, o Francisco Vargas, que presenta aquí El Violín, otro filme de mensaje revolucionario que también mojó en Cannes). Cenando hace dos días con Vargas, me quedó claro el porqué de su expansión: se apasionan con el cine, con la vida, con lo visual, con lo escrito. En su rueda de prensa Cuarón desgranó todo su trabajo con la banda sonora, con la selección de canciones que escuchaba mientras escribía el guión y con la elección de los temas que se oye en su thriller. Y de música sabe. Un rato, igual que Del Toro o Iñárritu. Este año es flojo cinematográficamente hablando ¡y tienen cuatro filmes en Donostia!

¿Y por qué no hay cineastas españoles en EE UU? Sencillamente, si releeis este párrafo, pillareis algunas razones (a mi pequeño entender). Otras se me escapan. Pero insisto: me impresionan y me hipnotizan los trabajos y la carrera de Iñárritu, Del Toro y Cuarón, y cómo detrás de ellos ya está el relevo.

Pasión por el cine y relevo generacional. No hay que leer entrelineas para deducirlo. ¿Alguien allá fuera está tomando nota?

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