Cine Venezolano, Solveig Hoogesteijn y el relevo generacional

Solveig Hoogesteinj
Solveig Hoogesteinj

Hasta hace poco, más fácil entraba un camello por el ojo de una aguja que el proyecto de un joven venezolano por la puerta del CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía).

Como lo señalamos en cierta oportunidad, existía una marcada desproporción generacional en los proyectos aprobados. Por cada cinco cintas de realizadores experimentados, apenas había una una ópera prima. Y los veteranos solían tener preferencias. Si no sobraba dinero después del reparto entre sus proyectos, pues no se aprobaba ninguna ópera prima.

¿Ha cambiado la situación?

Creo que ligeramente.

Me da la impresión que en el CNAC se aprueban más óperas primas, pero su número sigue siendo inferior al de las películas de los realizadores venezolanos de trayectoria. En la Villa del Cine, puede que ocurra lo contrario: el número de óperas primas excede al de películas dirigidas por veteranos. La diferencia, entre ambas instituciones, es fundamental. Usualmente, los proyectos aprobados por el CNAC pertenecen a sus realizadores. En el caso de la Villa, no suele ser así.

No obstante, acabo de leer una entrevista con Solveig Hoogesteijn —legendaria realizadora de Macu, la mujer del policía, la película más taquillera de la historia del cine venezolano (aunque en la entrevista no se menciona su nombre, asumo que es ella)— y, al parecer, del lado de los veteranos, la percepción parecer ser otra: que la tienen mucho más difícil que los jóvenes para conseguir financiamiento. Y, no sólo eso, los jóvenes cineastas venezolanos, en opinión de Hoogesteijn, han perdido su capacidad crítica.

¿Cómo ve al cine nacional actual?

Es una pregunta compleja. Por un lado existe un mayor esfuerzo del Estado por dinamizar la producción cinematográfica, pero hay mucha autocensura en las jóvenes generaciones; algo que sorprende teniendo en cuenta la larga tradición crítica sin importar quién estuviera en el Gobierno. Pareciera que nuestros jóvenes cineastas son más escépticos y acomodaticios.

Es decir, ¿se está promoviendo a las nuevas generaciones de directores y productores?

Con mucha fuerza, pero en detrimento de los experimentados, que tenemos cada vez menos chance para optar por financiamiento frente a los nuevos creadores. Los experimentados han demostrado tener poder de convocatoria, pero tenemos menos chance para concretar un proyecto.

Estas declaraciones me han sorprendido, pues pensaba que la aplicación de un baremo bastante objetivo, una idea puesta en práctica desde hace un par de años, eliminaba en gran medida el ventajismo a la hora de estudiar y aprobar los proyectos en la Comisión de Estudios del CNAC.

¿Qué opinan? ¿Están en desventaja los cineastas veteranos en relación con los representantes de las nuevas generaciones? ¿Debería existir una suerte de discriminación positiva entre nuevos y experimentados, que favoreciera a unos o a otros? ¿O, todo lo contrario, todos deberían competir en igualdad de condiciones?

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